miércoles, 30 de julio de 2014

Ten fe en mí

Dejé que mis defectos lloraran todo el odio que tuvieran que desbordar, dejé que las partes de una película con un final confuso se mezclaran con aquellas piezas de mi vida que necesitaban anclarse a ellas, que se unieran y que no tuvieran ninguna clase de sentido. Permito desde este momento a todas las canciones que tuvimos en común que bailen hasta que sus pies sangren, que se hagan amigas del pasado que me acabo de inventar y del futuro que todos ansiamos crear. 
Y es curioso el hecho de volver a encontrarse en la misma estación que hace dos meses, aunque las memorias que me ha dado por tatuarme en la piel son unas cuantas más, y joder, me revolvieron las entrañas, porque quizás fue el momento justo, en el lugar correcto y en el pensamiento adecuado.
O quizá fuese el cansancio de una rutina monótona, o el paso triste de las horas a solas, o una cabeza sin ideas, con la inspiración perdida en alguna terminación mía. Puede que las explicaciones se queden cortas y que no tengo años suficientes para intentar expresarme.
Lo importante es que por muy lejos que quede, por mucho que parezca que acumule al vestir siempre de negro y llevar la palabra odio cubriendo la mirada que no sé despegar del suelo has de saber que no es algo que pretenda. 
Mía la estupidez de pensar que no soy una canción que cuenta la misma historia una y otra vez. No lo sé, retrato mío, alma invertida que pasea por alguna calle perdida que ambos conoceremos por pura casualidad, no lo sé, pero quise tener fe en ti y nada pasó.