Perdóname pero quiero empapelarme el alma con tus fotografías y pintarme los sueños con tu gente, con sus miradas rellenas y sonrisas reflejadas en la lluvia que siempre termina por caer pero nunca decide quedarse demasiado tiempo.
Entras en mis formas de libertad favoritas y en mis memorias más nítidas. Tú no lo sabes, pero con tus horarios seis horas por detrás y tu olor a libro de domingo por la mañana te has convertido en mi verano favorito. Pero solo porque tus aceras también han sido testigos de haberme visto caerme unas cuantas veces, romperme despierta y gritar callada mientras caminaba con algo de Brand New resonando a través de mis cascos.
Nos hemos acabado enamorando solo por el hecho de que seguimos siendo en parte todos desconocidos con un pasado perdido en común, y así, a lo tonto el tiempo ha acelerado y volvemos a encontrarnos con la peor parte, y es cuando temo perder todos los papeles en un día tormentoso, me da miedo que el viento os lleve, que el otoño y su color fuego os haga arder, que llegue diciembre desnudo y me desnude a mí también. Que me vuelva a comer viva Madrid, que mi ventana me devuelva la mirada, que mis estudios vuelvan a asaltarme a las tres de la mañana, y que mis conocidos, a los cuales desconozco por completo, me reflejen con sus rostros vestidos con los días que pasan y nunca cambian.
Así que vamos a tener que coger nuestros recuerdos meterlos en el equipaje y llevárnoslos a casa.
Amigos, aquí se quedan las canciones, los viajes en direcciones opuestas en líneas de metro con color diferente, en minutos entre estación y estación, en bolsillos vacíos y cafeína en vena a cambio. Los gastos sin sentido, los viajes “biengastados” en buses cuya dirección desconocíamos, por dar vueltas y perdernos en alguna calle de Oxford Street, por los conciertos de bandas que nadie conoce en medio de Dundas Square, por las risas que te duelen tanto que te acaban recomponiendo todos los pedazos que alguien dejó rotos en nosotros. Por vuestros nombres en todas las fotos que tengo en mi cabeza y lo extraño que se me va a hacer no poneos un mensaje y quedar en una hora en el centro de la ciudad, por echar de menos vuestros “mañana nos vemos”, por volver a encontrarme otra vez en el último día y en alguna que otra despedida de más. Personas en quien confío por no haberles conocido, me da angustia que vuestros recuerdos se escondan también en esta ciudad y temo aun más que se acaben perdiendo y olvidando el camino de vuelta.
Curioso como actuamos como si hubiésemos vivido en las películas de cada uno como si fuésemos un personaje de los importantes, cuando solo somos extras, y por no quedarnos solos ni vacíos, mentimos y reflejamos una vida paralela con rostros diferentes.
Canadá, déjame robarte un poco más de ti y llevármelo para siempre conmigo que creo que aun me cabes en la maleta que llevo por dentro.