domingo, 29 de junio de 2014

Los cristales de la botella que acabamos de estrellar contra todo

Una palabra extirpada de los pensamientos, un pensamiento obstruido en una idea que deriva de una palabra.
El tiempo que arrasa con todo,
y contigo,
y conmigo.
Y entonces niebla, un velo superpuesto a la visión, y después nada. Aquello que consume de fuera a dentro al tomar consciencia de ello, de la realidad latente bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas, en un cielo que existirá si se quiere ver, si se es capaz de ver.
Caminar, detenerse y respirar. Otro trago más, qué más da, perdemos nuestras almas dejándolas al cuidado de terceras personas, con los ojos vendados y el león tras nuestro. Tiene garras y dientes, y desgarra pero aceptamos que está ahí y por un momento pensamos que si no nos dañó hasta el momento no lo hará más adelante.
Pero lo hace.
Después de todo, eso también nos hace sentirnos más humanos, saber que existimos cuando cosas malas deciden suceder, darnos cuenta de que seguimos vivos justo antes de dar una bocanada de aire y saltar de la ventana.
Puedo ascender, subir, para solo darme cuenta de que me estoy cayendo.
Mentes atrincheradas entre cuatro paredes que se ciernen sobre ellas, y que nunca dejan de avanzar. ¿Qué se supone que hago yo con las emociones desbordadas? Quisiera ser capaz de arrancarme la piel, de vaciarme entera y dejar nada.
Días malos, malas etapas. No querer perderse por temor a encontrarse. No creer en nada, creer en todo. De no haber vivido nada y todo, pero al mismo tiempo. Quererlo todo y no arrepentirse por nada. Por mirarte cuando me evitas y evitarte al mirarme tú.
Lugar erróneo.
Visitas al pasado, consumo de sueños estando despierto, pastillas de verdad embotellada, estupidez como menú para cenar a partir de las 2 de la mañana. Por temor a una apología en mi cabeza sobre lo que debería hacer, y no hago. Por miedo al "pero" que anula todo aquello que se prometió detrás. Bendita felicidad atada a las vías del tren. Bendita locura. Bendito dolor vivido entre las dulces agonías por el ansia de intentar vivir.

domingo, 8 de junio de 2014

Tabaco pero sin filtro

Sangraré pensamientos sobre palabras, sin filtro, mal alcohol a palo, falta de meditación, grafías unidas, y una bella selva de ideas. Así somos yo y aquello que creo ser capaz de no plasmar.
Me equivocaré si te digo que es la primera vez en unas cuantas cajetas de tabaco que le he estado dando vueltas, y he de decirte que de todos, tus desórdenes mentales son mis favoritos. Y enhorabuena por tener los pensamientos más bonitos que jamás he podido conocer. Y para nada debería tener sentido, no lo busques o te perderás por el camino, porque quizás puede que la extraña posibilidad de que todo esto tenga coherencia es nimia.
Ni siquiera sé si estás por aquí, si ahora te encuentras bajo la Torre Eiffel borracho en medio de una de tus típicas depresiones de domingo, quién sabe si estás sosteniendo algún libro de habla extranjera entre las manos, si estás compartiendo un disco de hace cuarenta años con tus cuatro paredes, si te sientes un poco más vacío que de costumbre, si buscas entre el resto de seres pensantes a alguien que también le de por buscar, si crees en el pasado, o tal como hago yo duda hasta de que nos encontremos frente a un presente y que, a pesar de nuestro ilimitado egocentrismo (y permíteme pensar que eres otro caminante ensimismado, de sonrisa fácil y pensamientos enrevesados) seguimos buscando entre el resto de lobos feroces.
Permíteme también agradecer tu no-existencia, pues solo así puedo escribir lo que ni quiero pensar, y puede que tengas la cualidad que me otorga el privilegio de pensarte.
Fíngeme tú que puedes, créame como a uno de tus personajes incongruentes, incoherente como hago yo contigo. Respírame tú si tienes tiempo, que sé que es escaso. Y puede que tenga razón si dudo al decir que echo de menos lo que no poseo.
Así somos las ilusiones como yo, somos nuestra única referencia, pues somos demasiado egoístas como para mantenernos unidos. Somos una mala mezcla de sin sentidos. Y palabras mías creadas para mí no van a solucionarnos. Bendita maldición que hace que crea que somos posibles.