jueves, 16 de julio de 2015

Sobre los sinsentidos de los que estoy hecha

Comprendo que nunca sacaré las palabras que pienso que algún día escupiré. Necesito un detonante que inicie algo en mí, necesito una vía de escape saludable, pero como ser humano que pretendo ser, me conozco y no me conformo con lo que se mantenga a mi lado del límite. Alargo los brazos pretendo conseguir lo que hay al otro lado, percatándome de que estoy a dos metros ello y no me sirve solo con extender mis extremidades, el problema es que aun no soy tan valiente como para caminar, ¿o tal vez sí y es que no quiero?
 Idiotas nosotros que al creernos el final acabamos por verlo en cualquier parte y por buscarlo a ciegas sin saber. Superficialmente he dejado de creer en el final, pero mi mente me niega, me anula y me dirige siempre hasta el acantilado. Todo es posible e imposible a la vez, y ya no trato de convencerme de cómo eso es posible, simplemente lo es, aunque yo no lo entienda. He ahí uno de los problemas de esta especie, debemos entenderlo todo, ya sea por la razón o por la experiencia. 
Yo discrepo.
Hay cosas que no entenderé hasta que de por hecho que no pueden ser entendidas, y es entonces cuando encuentro una comprensión a la incomprensión. No tiene sentido, y ese es exactamente el quid de la cuestión.