Acabo de perder otro objeto encantado, acabo de mermar sin
apenas pensarlo un poco más la magia de mi propio mundo imaginado. Ahora
comprendo a Gatsby. Él mismo dejó de ver la luz verde al final del embarcadero,
su lista de fantasías hechizadas también se redujo un día, y tú eres ese
maldito día.
¿Qué se supone que debo hacer? Eres la causa principal de mi
guerra mundial, eres palabras idealizadas en una pantalla que ni escucha ni
habla, eres horas llenas de tiempo vacío en el instante previo a morirse antes
de dormir, eres el blanco que asedia mi negro, eres todas las lágrimas y toda
la sangre que tienen en común nuestros pensamientos en exceso.
Me anulas en todos los sentidos existentes, eres la pistola
contra el paladar. Y no entiendo por qué nosotros funcionamos al revés si el
diseño es idéntico. Intento descubrir cómo soy capaz de caminar moribunda sobre
el único camino que es capaz de darme la vida.
Me da miedo que esto sea todo, pero me da más miedo que solo
sea el principio. Porque sé que el día que decidas que me quedo atrás y que no
me veas capaz de seguir en tu juego, sé que ese día será el último día que
vuelva a esperar.
Llegas y coges todos mis principios y los conviertes en
últimos, corrompes mis ideas, mi piel, mis respuestas encontradas, mi lista de
reproducción, mis minutos, mis horarios y toda mi condición de ser humano.
Coges y llegas un día, y cambias el sentido de algo que no existía, que no
estaba ni era nada, como podría ser el sentimiento inútil de enamorarse de
alguien. Dobla mis bordes y hazme pequeña. Toma, mátame si todavía te interesa,
déjame fuera de ti pero sin hacerlo.
Está mal porque estoy mal, porque me haces pensar que estás
mal. He visto tu interior reflejado en tu exterior, al igual que yo, deja de
ser mi reflejo. Me pregunto por qué no me siento como una canción, como una
película, como siempre creía haber hecho hasta entonces.
Necesito estar segura de que no nos vamos a perder, necesito
que dejes de joderme la cabeza, pero tampoco quiero que dejes de hacerlo porque
eso significa que cierres la puerta, subirte al tren, al avión o al metro en la
parada de siempre; me da igual el cómo sino el dónde, y no quiero porque
entonces yo también cierro mi puerta y acabo como sé, como sabe todo el mundo.
La guerra mundial termina cuando se deja caer la bomba atómica.
Y entonces terminas, termino, terminamos.
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