domingo, 28 de junio de 2015

Del revés y desde abajo

Acabo de perder otro objeto encantado, acabo de mermar sin apenas pensarlo un poco más la magia de mi propio mundo imaginado. Ahora comprendo a Gatsby. Él mismo dejó de ver la luz verde al final del embarcadero, su lista de fantasías hechizadas también se redujo un día, y tú eres ese maldito día.

¿Qué se supone que debo hacer? Eres la causa principal de mi guerra mundial, eres palabras idealizadas en una pantalla que ni escucha ni habla, eres horas llenas de tiempo vacío en el instante previo a morirse antes de dormir, eres el blanco que asedia mi negro, eres todas las lágrimas y toda la sangre que tienen en común nuestros pensamientos en exceso.
Me anulas en todos los sentidos existentes, eres la pistola contra el paladar. Y no entiendo por qué nosotros funcionamos al revés si el diseño es idéntico. Intento descubrir cómo soy capaz de caminar moribunda sobre el único camino que es capaz de darme la vida.
Me da miedo que esto sea todo, pero me da más miedo que solo sea el principio. Porque sé que el día que decidas que me quedo atrás y que no me veas capaz de seguir en tu juego, sé que ese día será el último día que vuelva a esperar.
Llegas y coges todos mis principios y los conviertes en últimos, corrompes mis ideas, mi piel, mis respuestas encontradas, mi lista de reproducción, mis minutos, mis horarios y toda mi condición de ser humano. Coges y llegas un día, y cambias el sentido de algo que no existía, que no estaba ni era nada, como podría ser el sentimiento inútil de enamorarse de alguien. Dobla mis bordes y hazme pequeña. Toma, mátame si todavía te interesa, déjame fuera de ti pero sin hacerlo.
Está mal porque estoy mal, porque me haces pensar que estás mal. He visto tu interior reflejado en tu exterior, al igual que yo, deja de ser mi reflejo. Me pregunto por qué no me siento como una canción, como una película, como siempre creía haber hecho hasta entonces.
Necesito estar segura de que no nos vamos a perder, necesito que dejes de joderme la cabeza, pero tampoco quiero que dejes de hacerlo porque eso significa que cierres la puerta, subirte al tren, al avión o al metro en la parada de siempre; me da igual el cómo sino el dónde, y no quiero porque entonces yo también cierro mi puerta y acabo como sé, como sabe todo el mundo. La guerra mundial termina cuando se deja caer la bomba atómica.


Y entonces terminas, termino, terminamos.

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