jueves, 6 de agosto de 2015

A base de fragmentos cortantes

A veces siento que soy demasiado vulnerable y frágil, de cristal y fácilmente rompible. Solo haría falta un poco de presión para quebrarme del todo, y la peor parte es que me fragmento en pedazos tan diminutos que resulta imposible volver a ponerlos de nuevo como estaban al principio.
No doy débil, soy frágil.
Soy una roca gris y redonda por fuera y a la luz del día, pero contigo soy hielo que se derrite a merced de los abrazos del fuego, y me vuelvo cálida y hiervo. Me he dejado el frío escondido debajo de la cama y soy una niña pequeña de risa fácil y lágrimas aun más fáciles.
Y todos los pequeños detalles del mundo tienden a pegarse a mi piel, y cada nimia cosa tiene efecto en mí. Efecto colateral del universo, donde el efecto mariposa acaba y se disipa, el último escalón y el primer desastre. Ojalá no fuera así, pero me llega a gustar y eso lo hace tremendamente complicado. Más complicado ha sido meter tu variable en la matemática de mis sentimientos, pero lo prefiero así; aunque tenga que volverme loca cada vez que te veo a lo lejos, o me abrazas o me dices algo al oído tan bajito que solo lo escucha el corazón y no el cerebro, máquina calculadora pensante y terriblemente pesimista o realista –dependiendo de la negatividad del momento-.
No soy la típica chica guay que juega a videojuegos, que le da igual revolcarse por el suelo o que habla sin pensar; pienso sin hablar, prefiero estar en el aire y juego a perder el tiempo, y a veces eso está bien. No es necesario ser idénticos, solo necesito que sea complementario. Porque he decidido dejar de intentar de ser parte de un esquema global para rehacer el mío propio. Pero de nuevo, es complicado. Perdona mi egocentrismo, el haber pasado tanto tiempo conmigo misma en ocasiones me pasa factura y otras veces lo hago sin darme cuenta siquiera.
No soy la chica guay que rompe corazones y no siente nada, porque no sería yo, y es una putada que sea justo al contrario. Pero, y quizás te sirva, puedo meterme en tus venas y no te haría daño porque aunque lo haya intentado tampoco soy un infierno andante, no con las personas que alguna vez me hayan permitido conocer alguna relevancia de sus vidas. Me preocupo, me preocupo siempre, y me da miedo perder mis recuerdos.
No soy una buena persona, pero tampoco soy mala y si algo te puedo asegurar que mi consciente no te hará daño, porque no sería yo. Y te perdonaré siempre, aunque la culpa haya sido mía, y pediré perdón siempre aunque la culpa haya sido tuya.
Soy tan vulnerable que me duele a mí, y prefiero abrirme así y decirte mis puntos débiles porque merece la pena, mereces la pena,  y la vas a seguir mereciendo siempre incluso si ya no está el “me”.

No soy débil, simplemente soy frágil.

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